martes, 1 de noviembre de 2011

Una Primaria Inconveniente

Varios políticos, líderes de opinión y editorialistas vienen expresando recientemente su anhelo de que existan elecciones primarias para elegir a un candidato único de la oposición para enfrentar a Rafael Correa en las elecciones presidenciales del 2013. Esta idea resulta muy atractiva a primera vista: nada más democrático y transparente que sean los propios votantes de oposición quienes elijan a su candidato y no un pequeño grupo de políticos quienes decidan a puerta cerrada. Pero en este caso, la realidad es mucho más compleja. El Ecuador no tiene una cultura de elecciones primarias ni de voto voluntario. Debido a ello, lo más probable es que quienes terminen eligiendo al candidato opositor constituyan un universo muy reducido de votantes, pudiendo obtenerse resultados muy distintos a lo que la mayor parte del electorado desearía. Y dado que necesariamente se trataría de una primaria abierta a todos los ciudadanos (debido a que no existe algo así como un padrón electoral de la oposición), no es descabellado pensar que sean los simpatizantes de Alianza País, con su poderosa estructura territorial, quienes terminen influyendo en la selección del candidato de la oposición, votando por aquella persona que resulte más fácil de derrotar para el gobierno. Otro de los graves riesgos que pudiera conllevar la realización de una primaria opositora, es que podría revivir viejas mañas de nuestra política como la compra de votos a cambio de dinero o regalos, práctica que lamentablemente no ha desaparecido en el Ecuador y que podría exacerbarse al tratarse de una elección voluntaria, donde deja de estar presente el incentivo de obtener el certificado de votación, necesario para realizar distintos trámites en nuestro país. Uno de los argumentos que utilizan quienes abogan por la realización de primarias, es que en Venezuela, un país en una situación muy similar a la nuestra, la oposición se apresta a elegir su abanderado opositor mediante primarias. Sin embargo, la realidad de Venezuela no es igual a la nuestra, ya que ellos llevan por lo menos diez años reconstruyendo a sus partidos políticos y hoy tienen al menos cuatro partidos opositores de alcance nacional. En el caso del Ecuador, el único partido no oficialista con algo semejante a una estructura nacional es Sociedad Patriótica, lo cual le daría una ventaja excesiva a su candidato, en desmedro de candidatos de otros partidos o de independientes que quizás estarían en mejor posición para enfrentar a Correa, debido al menor nivel de rechazo que generan en el electorado. Tampoco es exacto afirmar que la única opción que tiene la oposición es presentar un solo candidato. Por el contrario, es probable que la existencia de candidaturas de la izquierda alrededor del eje MPD-Pachacutik-Montecristi Vive y del populismo con la probable alianza entre el hermano del presidente y el PRE, terminen quitándole votos al oficialismo en la primera vuelta y permitiendo que en la segunda vuelta se establezca un claro contraste entre Alianza País y la candidatura de la centro derecha. Es mucho lo que el Ecuador se juega en la próxima elección presidencial, como para arriesgarlo con iniciativas, como es el caso de las primarias, que aunque atractivas, no son ni necesarias ni convenientes y no dejan de ser una novelería que además de costarle varios millones de dólares al país, podría obligar a que nuevamente nos veamos enfrentados a elegir entre dos males.

*Publicado en LaRepublica.ec el 1 de noviembre de 2011

martes, 5 de julio de 2011

Un Manejo Irresponsable

Días atrás el Canciller Ricardo Patiño anunciaba en un evento público junto a autoridades económicas del régimen, que el Ecuador había reducido sustancialmente el nivel de su deuda pública, tanto en valores absolutos como en su peso en relación al PIB, defendiendo de esta manera lo que él denominó un “manejo responsable” de la deuda. Las cifras que el Canciller exhibió parecen incontestables: en el 2006 la deuda externa pública totalizaba US$ 10.600 millones, mientras que a marzo 2011 bajó a US$ 8.678 millones, lo que pasó de representar el 24% del PIB en 2006 a apenas el 15% en el 2011. Es decir, el gobierno de Rafael Correa habría realizado una reducción de casi US$ 2.000 millones de nuestra deuda externa en 4 años, todo un ejemplo de ortodoxia y prudencia en el manejo del endeudamiento. Como era de sospechar, ese no es el caso. Lo que el Canciller olvidó mencionar es que esa reducción del endeudamiento externo, se produjo porque a finales del 2008, el estado ecuatoriano declaró un default unilateral respecto a los Bonos Globales 2012 y 2030 que totalizaban US$ 3.200 millones. Esto quiere decir que si consideráramos esos valores, en realidad el endeudamiento externo creció US$ 1.200 millones en 4 años (lo que equivale a aproximadamente US$ 784 mil diarios). Estos valores no consideran los US$ 2.000 millones del recientemente anunciado préstamo con el Banco de Desarrollo de China, ni los US$ 1.000 millones que ha recibido por concepto de venta anticipada de petróleo, y que por las características del contrato, más que un factoring representa un préstamo con garantía en forma de petróleo. Pero el problema no termina ahí. El endeudamiento público interno también ha crecido sustancialmente durante el gobierno de la revolución ciudadana. Si a Diciembre del 2006, el estado debía US$ 3.277 millones, a marzo del 2011 este rubro aumentó a US$ 4.552 millones, esto es US$ 1.274 millones adicionales en 4 años, o lo que es lo mismo, la deuda interna creció US$ 833 mil cada día. El problema con un incremento tan exagerado de la deuda interna no solo es que eventualmente los ecuatorianos tendremos que pagarla y para ello el gobierno de turno, tendrá que aumentar los impuestos o crear nuevos (llámense impuestos verdes, rosados o amarillos); sino que además el endeudamiento público interno, necesariamente desplaza al endeudamiento privado interno. Es decir, el dinero que el estado obtiene como financiamiento dentro del país, significa menos dinero disponible para que las empresas privadas puedan financiar sus proyectos de inversión y de esta forma crear nuevos empleos. Para muestra veamos lo que sucede con el IESS (ahora operando a través del BIESS). En el 2009, el IESS realizó nuevas inversiones en títulos de deuda del sector real por US$ 346 millones, mientras que al 2010 estas inversiones sumaron apenas US$ 150 millones, esto es un 57% menos. Por otro lado las inversiones en Bonos del Estado realizadas a través de las bolsas de valores por el IESS, pasaron de US$ 551 millones en 2010 a US$ 1.042 millones en el 2010, esto es un incremento del 89%. Esto es grave, pero aún el problema no acaba ahí. Al momento de analizar el manejo financiero de una empresa, no solo debe considerarse los valores de las cuentas de activos y pasivos que aparecen registradas en su balance, sino que es importante analizar los contingentes, es decir aquellas obligaciones que pueden volverse efectivas en cualquier momento dependiendo de que ocurran o no ciertos eventos. En el caso del Ecuador, estos contingentes son cuantiosos. Las demandas interpuestas por las compañías petroleras a quienes se les canceló intempestivamente sus contratos y por los tenedores de los bonos en default, ascienden a varios miles de millones de dólares. Eso es muy grave. Cuando la deuda de un país se incrementa en casi US$ 5.500 millones en apenas 4 años, no se puede hablar de un manejo responsable de la deuda. Por el contrario, se trata de un manejo tremendamente irresponsable tan solo comparable al desastroso manejo de las relaciones internacionales del Ecuador a cargo del propio Canciller Patiño. *Publicado en LaRepublica.ec el 5 de Julio de 2011

martes, 21 de junio de 2011

Descifrando a Humala

La reacción de los mercados financieros al triunfo de Ollanta Humala en las elecciones presidenciales peruanas fue contundente: al día siguiente el principal índice de la Bolsa de Lima se desplomó en un 12,5% , la máxima caída en su historia, para luego recuperarse en los días siguientes. Este pánico de los inversionistas peruanos (y extranjeros), se da por el miedo a perder lo mucho que Perú ha conseguido en las últimas dos décadas. La economía peruana ha sido consistentemente la que más ha crecido en América Latina durante los últimos años, creciendo en promedio a un 7,2% anual entre el 2006 y 2010 (como referencia Ecuador creció al 3,6% anual en el mismo periodo ), reduciendo año a año los niveles de pobreza de su población y mejorando la calidad de vida de sus habitantes, aunque sin alcanzar todavía un nivel de vida adecuado para una gran parte de su población, especialmente en los sectores rurales. El discurso que Humala ha exhibido desde la segunda vuelta electoral, poco tiene que ver con el lenguaje extremista y fuertemente identificado con el chavismo del 2006 y que es considerado como la causa de su derrota aquel año. Si antes Humala reclamaba la nacionalización de las industrias estratégicas, como la minera (la más grande del país), hoy habla de “honrar todos los compromisos del Estado” y de fomentar nuevas inversiones en infraestructura mediante inversión pública y privada nacional y extranjera; si antes hablaba de estrechar lazos con Venezuela y el resto de países de la órbita chavista, ahora parece ver en Brasil el modelo a seguir; si en el 2006 esgrimía como bandera de lucha “no dejarse pisar el poncho de Chile”, en el 2011 hasta lo cita como ejemplo de “inclusión social” . Este cambio tan radical ha llevado a muchos a dudar de la sinceridad de la conversión de Humala, y a preguntarse si no se tratará de una hábil estrategia para ganar tiempo y “acumular fuerzas” en vistas a consolidar un proyecto de corte socialista y autoritario como sucedió primero con Chávez en Venezuela y luego con Correa en Ecuador. Lo más probable es que en realidad no se trate ni de conversión ni de conspiración. Su vinculación con Chávez en el 2006, el cual era un fenómeno relativamente reciente a esa fecha, tuvo una lógica utilitarista que le facilitó su ascenso en el mapa político peruano ; hoy cuando los efectos nocivos de las políticas de la revolución bolivariana son ampliamente conocidos, esa relación simplemente ya no resulta útil ni necesaria para Humala. Esto no significa que las políticas del nuevo gobierno peruano vayan a estar regidas por la ortodoxia ni por una sincera confianza en los mecanismos del mercado: Humala ha dicho que pretende reformar la Constitución para eliminar el rol subsidiario del Estado, y facilitar de esta manera una mayor participación del Estado dentro de la economía, y ya se habla de la creación de nuevas empresas estatales como aerolíneas y de telecomunicaciones, olvidando los desastrosos resultados de anteriores aventuras empresariales del estado peruano en las época de Velasco Alvarado y del primer gobierno de Alan García. También ha manifestado su intención de ampliar los impuestos a las “sobreganancias” de las empresas mineras y su interés en “afinar” el tratado de libre comercio con EEUU . Ninguna de estas propuestas tiene mayores posibilidades de prosperar, ya que Humala controlará apenas el 36% del congreso peruano y no son reformas aceptables para sus potenciales socios de Perú Posible (el partido de Alejandro Toledo). Aunque es difícil saber si el cambio en el discurso de Humala es permanente o si se trata de una estrategia para ganar tiempo; por el momento, esos a los que Vargas Llosa y compañía denominan como izquierda carnívora , bien pueden sentirse decepcionados: ya que las recientes palabras de Ollanta Humala nos recuerdan más a Lula que a Chávez, más a Lucio Gutiérrez que a Rafael Correa.

*Artículo publicado originalmente en LaRepública.ec el 21 de Junio de 2011