lunes, 18 de febrero de 2013

Esto recién comienza


El viejo adagio de que “la hora más oscura es la que precede al amanecer”, bien podría describir lo que le tocará vivir al Ecuador en los próximos años. Habiendo sido reelecto con una votación mayor a la obtenida en el 2009, alcanzando más de dos tercios de la próxima Asamblea Nacional, con un control absoluto sobre el Poder Judicial y los demás órganos del estado, Rafael Correa es sin lugar a dudas, el gobernante con mayor poder en la historia del Ecuador.
Lejos de ofrecer un gesto de unidad, en un reconocimiento de que casi el 49% de los votantes ecuatorianos escogió a una alternativa distinta al oficialismo (incluyendo nulos y blancos); el Presidente Correa utilizó su declaración de victoria para amenazar a aquel único sector de la sociedad que hasta el  momento le resulta molesto: la prensa independiente. Es claro que la Ley de Comunicación será aprobada por la próxima Asamblea, y probablemente en términos mucho más coercitivos a la versión que no pudo ser aprobada en este periodo.
Pero no solo los medios de comunicación están en la agenda del gobierno, es vox populi que el gobierno prepara reformas a las leyes educativas para hacerse con un control más firme sobre los contenidos que se imparten en los establecimientos privados y para regular el “lucro” en la educación; más adelante vendrán nuevas reformas al sistema financiero con el objeto de regular los segmentos de la economía a los cuales debe canalizarse el crédito; probablemente seamos testigos de una recentralización de competencias (e ingresos) actualmente en manos de los municipios, para volverlos aún más dependientes (hasta el límite de la mendicidad) del gobierno. Para finalmente (y luego de concluir que no hay más alternativa para el bien de la Patria), reformar la Constitución para permitir la reelección indefinida del Presidente. Cuando uno controla dos tercios de la Asamblea, el cielo es el límite.
Pero será precisamente esa concentración de poder sin precedentes, la causa del fin de la Revolución Ciudadana. Cuando una persona llega a controlar por más de diez años el poder de forma absoluta, simplemente ya no hay a quien más echarle la culpa de los problemas que aquejan al Ecuador y de aquellos que están por venir. Y es que este gobierno, con sus políticas de mayores impuestos, incremento indiscriminado del gasto público y del endeudamiento, ha dejado aún más expuesto al Ecuador ante una posible caída en el precio del petróleo. Y para mala suerte nuestra, esa caída ya no tiene que ser tan pronunciada para afectarnos severamente y esa corrección eventualmente llegará, ya sea en uno, dos o tres años y sus efectos podrían llegar a ser devastadores.
Pese a lo abrumador del resultado electoral de ayer, no todo es negativo para la oposición (y por ende para el país). Lo peor que lo pudo pasar  a la oposición es que no existiera claridad en el resultado sobre quienes están llamados a liderarla. Hoy eso no está en duda, el líder de la oposición se llama Guillermo Lasso y el principal movimiento de oposición se llama CREO. Pero precisamente por ello, les corresponde asumir la responsabilidad de no repetir los errores de aquellos líderes y partidos que ayer fueron sepultados en las urnas, que privilegiaron sus pequeños intereses particulares antes que los del país; y de ser capaces de aglutinar de una manera inteligente a todos aquellos que no están dispuestos a bajar los brazos ante un gobierno que no tiene problema alguno en destruir la honra, la familia y el patrimonio de quien se cruce en su camino.
 Y ese trabajo empieza hoy, estando a un año de las elecciones seccionales, en las cuales el gobierno tiene la mira puesta en aquel único bastión electoral que se le ha resistido: la Alcaldía de Guayaquil;  elección en la que al mismo tiempo, la oposición tiene posibilidades reales de arrebatarle la Alcaldía de Quito. Pero para que eso sea posible hace falta que los mejores estén dispuestos a participar, y que los pocos partidos sobrevivientes sean capaces de llegar a entendimientos básicos que eviten que se repitan errores innecesarios como los resultados de esta elección legislativa.
No hay dudas de que se vienen días difíciles para quienes amamos la libertad en este país, pero precisamente por el tan alto valor que tiene la libertad, nadie podría pretender que recuperarla resulte sencillo. Por el contrario, costará mucho; pero es este y no otro el momento de la historia que nos ha tocado vivir, momento ante el cual caben solo dos actitudes posibles: la valentía o el miedo. Ya dependerá de cada uno de nosotros el camino que queramos elegir.
*Este texto fue publicado originalmente en LaRepublica.ec el 18 de febrero de 2013.

jueves, 14 de febrero de 2013

¿Está perdida la Asamblea para la oposición?

En días pasados el Diario El Telégrafo de propiedad estatal, publicó una encuesta atribuida a la firma Market, en la cual Alianza País aparecía obteniendo 98 escaños (de un total de 137), esto sin contar la provincia de Galápagos y los representantes de los ecuatorianos en el exterior. Esta información era complementada con una encuesta del siempre “confiable” Santiago Pérez, que le otorgaba entre 81 y 109 asambleístas al movimiento oficialista. Sorprendentemente, pocos días después  la empresa Market emitió un comunicado de prensa desmintiendo que haya entregado algún tipo de estudio a ningún medio de comunicación público. Pese a ello el mensaje del gobierno quedaba claro: la batalla por el control de la próxima Asamblea está completamente perdida para la oposición. ¿Pero es esto realmente así? En mi opinión la respuesta es: no necesariamente.
Para empezar, la encuesta de Santiago Pérez le da a Alianza País entre 8 y 10 asambleístas nacionales (de un total de 15).  Considerando que hace cuatro años, AP obtuvo 7 asambleístas gracias a obtener el 46% de los votos válidos, es muy difícil de creer que en esta elección mejore esa marca, más aún considerando que para el caso de asambleístas nacionales el método Webster de asignación de escaños se mantiene y que hay menos listas participando en esta ocasión, con lo cual el voto opositor se dispersará menos. Un escenario más realista es que el oficialismo tenga 5 ò 6 escaños nacionales.  Para llegar a la cifra de 98 asambleístas, la supuesta encuesta de Market, considera que AP logrará 15 asambleístas en Guayas (de un total de 20), 15 en Pichincha (de un total de 16), y la totalidad de los escaños en Manabí (9), Azuay (5), Santo Domingo (4), Santa Elena (3), entre otros. Todos ellos son resultados que ni siquiera repitiendo la votación del 2009 lograría alcanzar.
Hay que reconocer que las reglas de juego de esta elección favorecen al gobierno, ya que para el caso de asambleístas provinciales se utilizará el método D´Hont, el cual favorece a los partidos mayoritarios, y además entra en vigencia la disposición del Código de la Democracia que establece que las provincias grandes (Guayas, Manabí y Pichincha) deban elegir sus asambleístas a través de distritos electorales. A esto se suma el hecho de que el CNE calificó a Quito como Distrito Metropolitano, pese a que esta ciudad no cumpliría con los requisitos establecidos por el Código Orgánico de Ordenamiento Territorial (COOTAD). Con lo cual Pichincha en lugar de tener tres distritos de 5 asambleístas, tendrá cuatro distritos: uno que elige 5, dos distritos que eligen 4, y uno para el resto de cantones que elegirá 3 representantes. Lo irónico es que esta medida, hecha claramente con la finalidad de beneficiar a Alianza País, fue inclusive aplaudida por algunos movimientos de oposición (en especial la izquierda), que se felicitaban de que Pichincha de este modo había logrado un asambleísta más; ignorando que si era difícil que metieran un asambleísta en un distrito de cinco, peor lo harán en un distrito de tres ó cuatro.
Este cambio en las reglas de juego se vuelve más grave, debido a  que la oposición fue incapaz de darse cuenta que el método D´Hont al mismo tiempo que favorece a las mayorías penaliza la dispersión de votos de las listas minoritarias, lo que hace que en un distrito que elige pocos escaños sean dos o máximo tres las listas que alcanzarán una representación, lo que hacía necesaria la formación de grandes alianzas electorales o al menos de una distribución estratégica de en qué provincias le convendría participar a cada partido para maximizar la representación de la oposición.
Esto hace que se vuelva vital que así como para asegurar que haya segunda vuelta, los votos de la oposición deben concentrarse en el candidato que va segundo en las encuestas; en las elecciones para asambleístas los votos deben concentrarse en el partido o movimiento que aparece segundo en cada distrito o circunscripción electoral.
Y es ahí donde la supuesta encuesta de Market cobra importancia, ya que nos revela el nombre de la lista que aparece segunda en cada provincia y que en la mayoría de los casos coincide con la lógica e historia electoral reciente. De esta forma el movimiento CREO sería la principal fuerza opositora en Pichincha, Manabí, Santo Domingo, Chimborazo, Santa Elena, Loja, Pastaza, entre otras. El Partido Social Cristiano (solo o aliado con CREO), es el principal competidor de Alianza País en: Guayas, Los Ríos, El Oro y Tungurahua.  La alianza de izquierda (MPD-Pachakutik), lo sería en: Azuay, Cotopaxi, Bolívar y Morona. Mientras que Sociedad Patriótica lo sería en varias provincias amazónicas (Sucumbíos, Napo, Orellana y Zamora).
Al momento el escenario más probable es que Alianza País sí alcance la mayoría absoluta (o esté muy cerca de hacerlo), sola o con la ayuda de su aliado, el movimiento AVANZA. Si eso llega a suceder, la culpa no será tanto del método D´Hont sino de la miopía de ciertos movimientos políticos de oposición que no pudieron o no quisieron entender lo que implicaban las reglas del juego hechas a la medida por el oficialismo. Aunque siempre queda la esperanza de que dicha miopía sea subsanada por el voto inteligente de los electores de oposición.
*Este artículo fue publicado originalmente en LaRepublica.ec el 14 de febrero de 2013.