YPF fue privatizada en 1992 por el gobierno de Carlos Menem, y fue adquirida en 1999 por REPSOL en un valor de US$ 15.000 millones. YPF al momento de su privatización contaba con la dudosa fama de ser la única petrolera deficitaria en el mundo, la cual como suele suceder en el caso de las empresas estatales latinoamericanas, se convirtió en la caja chica de los gobiernos de turno, politizando su administración y privándola de los recursos necesarios para las inversiones que el negocio petrolero exige .
La principal razón que esgrime el gobierno argentino para justificar esta expropiación, es precisamente que REPSOL no ha realizado las inversiones necesarias para aumentar la capacidad energética del país, sacando de la compañía ingentes cantidades de recursos en dividendos, lo que ha traído como consecuencia que en el año 2011 por primera vez Argentina se convierta en un importador neto de gas y petróleo. Sin embargo, los datos no parecen darle la razón al gobierno argentino.
Entre 1999 y 2011, REPSOL realizó inversiones en Argentina por más de US$ 20.000 millones, adicionales al valor pagado por la compra. Este monto, que a la administración de la Señora K le resulta insuficiente, es en realidad una cifra considerable para el tamaño de la economía argentina. Como referencia podemos tomar que entre 1999 y 2011, la Inversión Extranjera Directa (IED) recibida por Argentina totalizó US$ 74.552 millones , es decir la inversión realizada por REPSOL, representó el 27% de toda la inversión recibida por ese país.
Estas inversiones realizadas por REPSOL, en especial en los rubros de exploración y explotación, han dado grandes frutos para la compañía, como es el caso del reciente descubrimiento en el yacimiento de Vaca Muerta en la provincia de Neuquén, donde se estima que las reservas de crudo pueden alcanzar los 2.000 millones de barriles.
Al gobierno de la viuda de Kirchner parece molestarle que REPSOL haya recibido tantos dividendos de parte de YPF, pero lo que parece olvidar, es que fue precisamente el gobierno de Néstor Kirchner, quien obligó a REPSOL a fijar como política de dividendos, el repartir el 90% de las utilidades de YPF, ya que estos dividendos servirían como fuente de pago para el préstamo que la propia empresa tuvo que hacer a la Familia Eskenazi (amigos de los Kirchner) para financiar la compra del 25% de las acciones de YPF.
El déficit energético que sufre hoy en día Argentina, tiene poco que ver con el nivel de inversiones de REPSOL en el país, y más con el resultado de las nefastas políticas implementadas por los gobiernos de la familia Kirchner, que mantienen congeladas las tarifas de energía, haciendo que estas sean entre un 75 y 80% más baratas que en Chile o Brasil ; y esto como consecuencia natural ha traído que se consuma mucha más energía de la que realmente se necesita, y ha desalentado el ingreso de otras empresas al mercado para realizar inversiones adicionales.
La nacionalización de YPF es tan solo el más reciente atentado contra el libre mercado y la seguridad jurídica en Argentina (antes pasó con los Fondos de Pensiones y con Aerolíneas Argentinas). Y sus costos irán más allá de la cuantiosa indemnización que exigirá REPSOL, más grave es que las empresas se lo pensarán mucho más que antes, en invertir en un país tan poco serio y los argentinos tendrán que soportar aún más apagones por culpa de una política energética ideologizada y torpe.
Pero la verdadera tragedia que representa YPF para Argentina, es que el futuro no pinta mucho mejor. Este acto abusivo que debió despertar un rechazo generalizado en esa nación, no solo cuenta con un amplio respaldo entre la población, sino que fue aplaudida por la gran mayoría de partidos de oposición (con la excepción quizás de Macri ), incluyendo paradójicamente al mismo ex presidente Carlos Menem. A la Argentina le aguardan aún largos años de oscuridad y los únicos culpables serán los propios argentinos
*Artículo publicado en LaRepública.ec el 27 de Abril de 2012

No hay comentarios:
Publicar un comentario