lunes, 9 de septiembre de 2013

El mundo cierra los ojos frente a Siria


La decisión del parlamento británico de negar la participación de ese país en una posible intervención militar en Siria, el escaso apoyo que ha suscitado en el congreso norteamericano la solicitud de autorización de uso de la fuerza hecha por  Obama y las declaraciones del gobierno francés de que no está dispuesto a atacar Siria unilateralmente en el caso de que EEUU decida no hacerlo; nos deja ante la posibilidad real de que los crímenes de Bashar Al-Assad en contra de su propio pueblo queden en la impunidad y de que el mundo entero se lave las manos ante lo que constituye la mayor masacre con armas químicas en lo que va del Siglo XXI.

Los reportes recogidos en terreno por los inspectores de las Naciones Unidas y lo que se conoce de la información que han revelado los gobiernos de Estados Unidos y Francia, apuntan a que se han producido al menos dos ataques con armas químicas contra la población siria que habrían causado alrededor de mil quinientos muertos, incluyendo quinientos niños. A estos informes se suman una multitud de videos y fotografías publicados en internet que muestran con contundencia  los horrores de esta carnicería humana llevado a cabo por el brutal régimen de Al-Assad. En total en lo que va del conflicto serían más de cien mil sirios los que habrían perdido la vida, lo que incluye a más de diez mil niños.  Y sin embargo hoy en Estados Unidos, Europa y en América Latina el pensamiento que parece prevalecer es que no hay razones suficientes para una intervención militar en ese país.

¿Cómo llegamos a una situación que con toda justicia puede calificársela de indiferente y egoísta ante el sufrimiento del pueblo sirio? No hay respuesta única, pero los argumentos más comunes que utilizan quienes defienden la no intervención en el conflicto sirio son: no repetir el fiasco de la invasión a Irak,  el que se trata de un asunto interno de Siria, la necesidad de que cualquier operación militar sea llevado a cabo por las Naciones Unidas y el no afectar a la paz mundial. Todos ellos son equivocados.

Aunque siempre es deseable que una intervención militar con motivos humanitarios sea efectuada por una coalición internacional amplia, como es el caso de las Naciones Unidas; en la práctica el Consejo de Seguridad de la ONU hace mucho tiempo que dejó de ser una institución relevante. La invasión a Irak donde el Consejo de Seguridad fue anulado ante la amenaza francesa de vetar cualquier resolución mayoritaria que favoreciera una intervención militar, terminó de darle el tiro de gracia a esa institución cuya estructura hizo sentido en la época de la guerra fría pero que resulta anacrónica ante la realidad del presente mundo multipolar. Es deseable que en el futuro la comunidad internacional sea capaz de crear instituciones que sean capaces de enfrentar con eficacia los conflictos internacionales, pero hoy ese no es el caso.

Quienes se escudan en el fiasco de la invasión a Irak, erran al querer equiparar ambas situaciones. Si en Irak el argumento que motivó la invasión fue la posibilidad de que el régimen de Saddam Hussein utilizara el supuesto arsenal de armas de destrucción masiva contra otros países; acá no está en duda que el gobierno de Al-Asssad lo posee, ni tampoco que tenga la voluntad de usarlo, al haber sido capaz de atacar a su propia población.

Por otra parte, quienes afirman que se trata de un conflicto interno que deben resolverlo los propios sirios, lo hacen a sabiendas de que no se trata de una guerra entre dos facciones que tienen la misma legitimidad. No, se trata de un conflicto entre una dictadura que no duda en utilizar los medios más brutales a su disposición y las fuerzas de un pueblo que lucha por liberarse de la opresión a la que ha sido sometido durante tantos años. No cabe neutralidad ante un conflicto de esta naturaleza, y quienes se oponen a una intervención militar en Siria, lo hacen sabiendo que eso implica favorecer a la dictadura de Al-Assad.

Finalmente, quienes ingenuamente argumentan a favor de la paz para oponerse a resolver el conflicto sirio a través de la vía armada, parecen desconocer que Siria se encuentra en guerra desde hace bastante tiempo; guerra que ha causado ya miles de muertes y que lo que corresponde es hacer lo necesario para esta llegue a su fin. Ellos olvidan que la verdadera paz no puede ser consecuencia de cerrar los ojos o mirar al costado como si no pasara nada; la verdadera paz es la que se obtiene como consecuencia del combate por lo que es correcto y justo, lo que en este caso implica la salida del poder de Al-Assad, esa es la única paz que puede perdurar.



martes, 7 de mayo de 2013

El legado de George W. Bush


A propósito de la reciente inauguración de la biblioteca presidencial del ex presidente norteamericano George W. Bush, y habiendo transcurrido cuatro años desde que abandonó el poder, resulta oportuno realizar una valoración de lo que representó su gobierno para su país y para el resto del mundo.
Es ampliamente conocido que Bush terminó su periodo como uno de los presidentes más impopulares en la historia de los Estados Unidos. Sus críticos le echarán siempre en cara el haber involucrado a su país en una guerra injustificada (en opinión de muchos) en Irak, el debilitar las finanzas públicas de su país incrementando el déficit fiscal (aunque en una proporción ínfima a lo hecho posteriormente por Obama), el manejo ineficiente de la atención a los afectados por el huracán Katrina y el haber sentado  un mal precedente con el rescate al sistema financiero norteamericano como resultado de la crisis del año 2008. Eso por nombrar tan solo algunos de sus aspectos más cuestionados.
Pero un juicio desapasionado respecto a lo que fue su gestión, necesariamente implicará valorar positivamente los efectos de varias de las medidas adoptadas por Bush. La misma guerra de Irak que implicó el derrocamiento de un dictador sanguinario como Saddam Hussein; constituyó una inspiración para los habitantes de los países de Oriente Medio y del Norte de África, y una confirmación de que los regímenes despóticos que los oprimían, no eran del todo invencibles. Y si no, que se lo pregunten a Gadafi, Mubarak, Saleh y compañía, derrocados por las revueltas de la Primavera Árabe.
Otro tema que ha pasado desapercibido para gran parte del público es que fue durante la administración Bush cuando se llevó a cabo, la que ha sido hasta el momento, la campaña más exitosa para combatir el SIDA en África. El Plan Presidencial de Emergencia para el Combate al SIDA (PEPFAR por sus siglas en inglés), fue una iniciativa implementada en el 2003 para destinar US$ 15 mil millones para para la prevención y tratamiento de la enfermedad en los países africanos más afectados. Este programa puso especial énfasis en campañas para promover la abstinencia y la fidelidad matrimonial. Un estudio realizado por la Universidad de Stanford en el 2009, encontró que el programa había salvado la vida de alrededor de un millón de personas. La mayoría demócrata en el Senado reautorizó el programa en el 2008, eliminando las campañas de fidelidad y abstinencia.
En cuanto a su política interna, el principal aporte de Bush a su país es haber puesto sobre el tapete, dos temas que son de vital importancia para el futuro de los Estados Unidos: la reforma migratoria y la reforma a la seguridad social. En un país en el que viven cerca de 12 millones de inmigrantes ilegales, es imperiosa la necesidad de una reforma migratoria, que parta del hecho de que esa cantidad de gente simplemente no puede ser deportada a sus países de origen; y que plantee un camino para que esas personas puedan incorporarse a la legalidad, y que al mismo tiempo tome las medidas necesarias para que algo así no vuelva a ocurrir. La propuesta de Bush contemplaba precisamente eso: con la implementación de un sistema de visas especiales y el establecimiento de un programa de empleo temporal.
En cuanto a la seguridad social, Bush tuvo la valentía (el calificativo no es exagerado), de proponer una reforma ambiciosa que se hacía cargo de la ruinosa situación en la que se encuentra el sistema previsional de los Estados Unidos y que proponía la migración paulatina desde un esquema de solidaridad intergeneracional, al más eficiente modelo de cuentas individuales. Tanto la reforma migratoria como a la seguridad social no pudieron implementarse debido a la falta de apoyo de republicanos y demócratas. Ambos temas que hoy tienen un carácter aún más urgente para los Estados Unidos, pudieron resolverse de una manera menos traumática, si republicanos y demócratas hubieran tenido la valentía y la generosidad de seguir el liderazgo de Bush.
George W. Bush tuvo innumerables errores en el ejercicio de su presidencia, todos ellos se encuentran muy bien documentados y han sido recogidos ampliamente por la prensa internacional; no reconocer sus aciertos y pretender mostrar su presidencia como un periodo inequívocamente negativo, es algo que simplemente no se compadece de la realidad.
*Este artículo fue originalmente publicado en LaRepublica.ec el 7 de mayo de 2013

lunes, 18 de febrero de 2013

Esto recién comienza


El viejo adagio de que “la hora más oscura es la que precede al amanecer”, bien podría describir lo que le tocará vivir al Ecuador en los próximos años. Habiendo sido reelecto con una votación mayor a la obtenida en el 2009, alcanzando más de dos tercios de la próxima Asamblea Nacional, con un control absoluto sobre el Poder Judicial y los demás órganos del estado, Rafael Correa es sin lugar a dudas, el gobernante con mayor poder en la historia del Ecuador.
Lejos de ofrecer un gesto de unidad, en un reconocimiento de que casi el 49% de los votantes ecuatorianos escogió a una alternativa distinta al oficialismo (incluyendo nulos y blancos); el Presidente Correa utilizó su declaración de victoria para amenazar a aquel único sector de la sociedad que hasta el  momento le resulta molesto: la prensa independiente. Es claro que la Ley de Comunicación será aprobada por la próxima Asamblea, y probablemente en términos mucho más coercitivos a la versión que no pudo ser aprobada en este periodo.
Pero no solo los medios de comunicación están en la agenda del gobierno, es vox populi que el gobierno prepara reformas a las leyes educativas para hacerse con un control más firme sobre los contenidos que se imparten en los establecimientos privados y para regular el “lucro” en la educación; más adelante vendrán nuevas reformas al sistema financiero con el objeto de regular los segmentos de la economía a los cuales debe canalizarse el crédito; probablemente seamos testigos de una recentralización de competencias (e ingresos) actualmente en manos de los municipios, para volverlos aún más dependientes (hasta el límite de la mendicidad) del gobierno. Para finalmente (y luego de concluir que no hay más alternativa para el bien de la Patria), reformar la Constitución para permitir la reelección indefinida del Presidente. Cuando uno controla dos tercios de la Asamblea, el cielo es el límite.
Pero será precisamente esa concentración de poder sin precedentes, la causa del fin de la Revolución Ciudadana. Cuando una persona llega a controlar por más de diez años el poder de forma absoluta, simplemente ya no hay a quien más echarle la culpa de los problemas que aquejan al Ecuador y de aquellos que están por venir. Y es que este gobierno, con sus políticas de mayores impuestos, incremento indiscriminado del gasto público y del endeudamiento, ha dejado aún más expuesto al Ecuador ante una posible caída en el precio del petróleo. Y para mala suerte nuestra, esa caída ya no tiene que ser tan pronunciada para afectarnos severamente y esa corrección eventualmente llegará, ya sea en uno, dos o tres años y sus efectos podrían llegar a ser devastadores.
Pese a lo abrumador del resultado electoral de ayer, no todo es negativo para la oposición (y por ende para el país). Lo peor que lo pudo pasar  a la oposición es que no existiera claridad en el resultado sobre quienes están llamados a liderarla. Hoy eso no está en duda, el líder de la oposición se llama Guillermo Lasso y el principal movimiento de oposición se llama CREO. Pero precisamente por ello, les corresponde asumir la responsabilidad de no repetir los errores de aquellos líderes y partidos que ayer fueron sepultados en las urnas, que privilegiaron sus pequeños intereses particulares antes que los del país; y de ser capaces de aglutinar de una manera inteligente a todos aquellos que no están dispuestos a bajar los brazos ante un gobierno que no tiene problema alguno en destruir la honra, la familia y el patrimonio de quien se cruce en su camino.
 Y ese trabajo empieza hoy, estando a un año de las elecciones seccionales, en las cuales el gobierno tiene la mira puesta en aquel único bastión electoral que se le ha resistido: la Alcaldía de Guayaquil;  elección en la que al mismo tiempo, la oposición tiene posibilidades reales de arrebatarle la Alcaldía de Quito. Pero para que eso sea posible hace falta que los mejores estén dispuestos a participar, y que los pocos partidos sobrevivientes sean capaces de llegar a entendimientos básicos que eviten que se repitan errores innecesarios como los resultados de esta elección legislativa.
No hay dudas de que se vienen días difíciles para quienes amamos la libertad en este país, pero precisamente por el tan alto valor que tiene la libertad, nadie podría pretender que recuperarla resulte sencillo. Por el contrario, costará mucho; pero es este y no otro el momento de la historia que nos ha tocado vivir, momento ante el cual caben solo dos actitudes posibles: la valentía o el miedo. Ya dependerá de cada uno de nosotros el camino que queramos elegir.
*Este texto fue publicado originalmente en LaRepublica.ec el 18 de febrero de 2013.

jueves, 14 de febrero de 2013

¿Está perdida la Asamblea para la oposición?

En días pasados el Diario El Telégrafo de propiedad estatal, publicó una encuesta atribuida a la firma Market, en la cual Alianza País aparecía obteniendo 98 escaños (de un total de 137), esto sin contar la provincia de Galápagos y los representantes de los ecuatorianos en el exterior. Esta información era complementada con una encuesta del siempre “confiable” Santiago Pérez, que le otorgaba entre 81 y 109 asambleístas al movimiento oficialista. Sorprendentemente, pocos días después  la empresa Market emitió un comunicado de prensa desmintiendo que haya entregado algún tipo de estudio a ningún medio de comunicación público. Pese a ello el mensaje del gobierno quedaba claro: la batalla por el control de la próxima Asamblea está completamente perdida para la oposición. ¿Pero es esto realmente así? En mi opinión la respuesta es: no necesariamente.
Para empezar, la encuesta de Santiago Pérez le da a Alianza País entre 8 y 10 asambleístas nacionales (de un total de 15).  Considerando que hace cuatro años, AP obtuvo 7 asambleístas gracias a obtener el 46% de los votos válidos, es muy difícil de creer que en esta elección mejore esa marca, más aún considerando que para el caso de asambleístas nacionales el método Webster de asignación de escaños se mantiene y que hay menos listas participando en esta ocasión, con lo cual el voto opositor se dispersará menos. Un escenario más realista es que el oficialismo tenga 5 ò 6 escaños nacionales.  Para llegar a la cifra de 98 asambleístas, la supuesta encuesta de Market, considera que AP logrará 15 asambleístas en Guayas (de un total de 20), 15 en Pichincha (de un total de 16), y la totalidad de los escaños en Manabí (9), Azuay (5), Santo Domingo (4), Santa Elena (3), entre otros. Todos ellos son resultados que ni siquiera repitiendo la votación del 2009 lograría alcanzar.
Hay que reconocer que las reglas de juego de esta elección favorecen al gobierno, ya que para el caso de asambleístas provinciales se utilizará el método D´Hont, el cual favorece a los partidos mayoritarios, y además entra en vigencia la disposición del Código de la Democracia que establece que las provincias grandes (Guayas, Manabí y Pichincha) deban elegir sus asambleístas a través de distritos electorales. A esto se suma el hecho de que el CNE calificó a Quito como Distrito Metropolitano, pese a que esta ciudad no cumpliría con los requisitos establecidos por el Código Orgánico de Ordenamiento Territorial (COOTAD). Con lo cual Pichincha en lugar de tener tres distritos de 5 asambleístas, tendrá cuatro distritos: uno que elige 5, dos distritos que eligen 4, y uno para el resto de cantones que elegirá 3 representantes. Lo irónico es que esta medida, hecha claramente con la finalidad de beneficiar a Alianza País, fue inclusive aplaudida por algunos movimientos de oposición (en especial la izquierda), que se felicitaban de que Pichincha de este modo había logrado un asambleísta más; ignorando que si era difícil que metieran un asambleísta en un distrito de cinco, peor lo harán en un distrito de tres ó cuatro.
Este cambio en las reglas de juego se vuelve más grave, debido a  que la oposición fue incapaz de darse cuenta que el método D´Hont al mismo tiempo que favorece a las mayorías penaliza la dispersión de votos de las listas minoritarias, lo que hace que en un distrito que elige pocos escaños sean dos o máximo tres las listas que alcanzarán una representación, lo que hacía necesaria la formación de grandes alianzas electorales o al menos de una distribución estratégica de en qué provincias le convendría participar a cada partido para maximizar la representación de la oposición.
Esto hace que se vuelva vital que así como para asegurar que haya segunda vuelta, los votos de la oposición deben concentrarse en el candidato que va segundo en las encuestas; en las elecciones para asambleístas los votos deben concentrarse en el partido o movimiento que aparece segundo en cada distrito o circunscripción electoral.
Y es ahí donde la supuesta encuesta de Market cobra importancia, ya que nos revela el nombre de la lista que aparece segunda en cada provincia y que en la mayoría de los casos coincide con la lógica e historia electoral reciente. De esta forma el movimiento CREO sería la principal fuerza opositora en Pichincha, Manabí, Santo Domingo, Chimborazo, Santa Elena, Loja, Pastaza, entre otras. El Partido Social Cristiano (solo o aliado con CREO), es el principal competidor de Alianza País en: Guayas, Los Ríos, El Oro y Tungurahua.  La alianza de izquierda (MPD-Pachakutik), lo sería en: Azuay, Cotopaxi, Bolívar y Morona. Mientras que Sociedad Patriótica lo sería en varias provincias amazónicas (Sucumbíos, Napo, Orellana y Zamora).
Al momento el escenario más probable es que Alianza País sí alcance la mayoría absoluta (o esté muy cerca de hacerlo), sola o con la ayuda de su aliado, el movimiento AVANZA. Si eso llega a suceder, la culpa no será tanto del método D´Hont sino de la miopía de ciertos movimientos políticos de oposición que no pudieron o no quisieron entender lo que implicaban las reglas del juego hechas a la medida por el oficialismo. Aunque siempre queda la esperanza de que dicha miopía sea subsanada por el voto inteligente de los electores de oposición.
*Este artículo fue publicado originalmente en LaRepublica.ec el 14 de febrero de 2013.

sábado, 26 de enero de 2013

Mauricio Rodas no suma, resta


La adopción de un slogan es sin lugar a dudas una de las definiciones claves de una campaña electoral, ya que implica la difícil tarea de expresar a través de pocas palabras el ideal o sueño que un candidato quiere plantear al electorado. No pocos candidatos han tropezado al momento de escoger su lema, pero en el caso de Mauricio Rodas y el Movimiento Suma, la elección de la falaz frase “Nuevo es Mejor”, representa un esfuerzo deliberado por apelar a los instintos más superficiales y banales del electorado. Un esfuerzo comparable al de aquellos movimientos y partidos que intentan beneficiarse de la popularidad de bailarinas y futbolistas incluyéndolos en sus listas para la Asamblea.
Es precisamente esa superficialidad al enfrentar la política, la que llevó a que los ecuatorianos, al grito de “que se vayan todos” y el “hay que acabar con la partidocracia”, avalaran con su voto a quienes (antes Gutiérrez y luego Correa) proponían abiertamente acabar con lo poco que nos quedaba de institucionalidad y que terminó con el reemplazo de la denostada partidocracia por un monopartidismo que hoy copa impúdicamente todos los poderes del estado.
Es mucho lo que se puede criticar del slogan escogido por SUMA, pero al menos es coherente con aquello que su líder le plantea al país. Es que precisamente, Rodas representa la novedad por la novedad. Su principal argumento para solicitar la confianza de sus conciudadanos no es una carrera dedicada al servicio público que culmina en una campaña presidencial, o su trayectoria en el sector privado desde la cual ha contribuido a la creación de riqueza y a la generación de puestos de trabajo, o unas contribuciones académicas sobresalientes recogidas en publicaciones que han influido a la sociedad, o una vida dedicada a atender a los más necesitados que lo hayan dotado de una sensibilidad especial para enfrentar los problemas de nuestro país. No, el argumento es mucho más sencillo: es nuevo.
Es poco lo que el país conoce de la vida de Mauricio Rodas, además del hecho de haber vivido durante varios años en México trabajando en un centro de políticas públicas denominado Ethos, tiempo en el cual fungió además como asesor de varios políticos mexicanos y periodo en el cual Rodas habría llegado al convencimiento de que su país lo necesitaba, y de tomar la decisión de regresar al Ecuador hace pocos años. Por ello sería muy importante que el país conozca: ¿de qué vive el candidato Rodas? (más allá de la generalidad de definirse como consultor) , y ¿quiénes financian su campaña?, no sólo la actual, sino también la que realizó previamente denominada “El micrófono del respeto”.
Lo que sí sabemos de Rodas, es que su hermano Armando, un ex ministro de Economía, apareció en los pativideos haciéndole proposiciones indecorosas al hoy Canciller Patiño . No es que un candidato tenga responsabilidad sobre las acciones de sus familiares (como enfáticamente lo ha defendido el actual presidente ), pero sí es de esperarse que el candidato Rodas, le diga frontalmente al país que en un hipotético gobierno suyo, los asuntos del estado no se manejarán de la manera tan poco transparente como proponía Rodas, el ex ministro.
No está de más decir que no todo es negativo respecto a la candidatura de Rodas. El haber sido capaz de involucrar en política a gente valiosa (en especial en Pichincha y Manabí), tiene mucho mérito y es cierto que entre sus propuestas de campaña, existen algunas que merecen ser consideradas por el próximo gobierno. Pero esos argumentos palidecen ante la trascendencia de la elección a la que nos enfrentamos. El que pese a ello, Rodas haya decidido participar y al mismo tiempo incrementar el riesgo de que Correa gane en primera vuelta, sólo puede explicarse por dos posibles razones: un egoísmo tan irresponsable que lo lleve a estar dispuesto a sacrificar los intereses del país con tal de posicionar su nombre para una futura elección, o una ingenuidad tan peligrosa que le impida darse cuenta de la gravedad del momento que vivimos. Considero que ambas explicaciones descalifican a Mauricio Rodas, como una alternativa válida en el futuro para quienes defendemos los valores democráticos.
La ambición en un político lejos de ser un problema, puede ser de gran ayuda ya que esa motivación les puede llevar a dejar de lado la comodidad y a tomar decisiones arriesgadas que de otra forma no harían. Pero hay un momento para todo, y el momento elegido por Mauricio Rodas y su equipo no podría ser peor.
*Texto publicado originalmente en LaRepublica.ec el 26 de enero de 2013