La decisión del parlamento británico de negar la participación de
ese país en una posible intervención militar en Siria, el escaso apoyo que ha
suscitado en el congreso norteamericano la solicitud de autorización de uso de
la fuerza hecha por Obama y las
declaraciones del gobierno francés de que no está dispuesto a atacar Siria
unilateralmente en el caso de que EEUU decida no hacerlo; nos deja ante la
posibilidad real de que los crímenes de Bashar Al-Assad en contra de su propio
pueblo queden en la impunidad y de que el mundo entero se lave las manos ante
lo que constituye la mayor masacre con armas químicas en lo que va del Siglo
XXI.
Los reportes recogidos en terreno por los inspectores de las
Naciones Unidas y lo que se conoce de la información que han revelado los
gobiernos de Estados Unidos y Francia, apuntan a que se han producido al menos
dos ataques con armas químicas contra la población siria que habrían causado alrededor
de mil quinientos muertos, incluyendo quinientos niños. A estos informes se
suman una multitud de videos y fotografías publicados en internet que muestran
con contundencia los horrores de esta
carnicería humana llevado a cabo por el brutal régimen de Al-Assad. En total en
lo que va del conflicto serían más de cien mil sirios los que habrían perdido
la vida, lo que incluye a más de diez mil niños. Y sin embargo hoy en Estados Unidos, Europa y
en América Latina el pensamiento que parece prevalecer es que no hay razones
suficientes para una intervención militar en ese país.
¿Cómo llegamos a una situación que con toda justicia puede
calificársela de indiferente y egoísta ante el sufrimiento del pueblo sirio? No
hay respuesta única, pero los argumentos más comunes que utilizan quienes
defienden la no intervención en el conflicto sirio son: no repetir el fiasco de
la invasión a Irak, el que se trata de
un asunto interno de Siria, la necesidad de que cualquier operación militar sea
llevado a cabo por las Naciones Unidas y el no afectar a la paz mundial. Todos
ellos son equivocados.
Aunque siempre es deseable que una intervención militar con
motivos humanitarios sea efectuada por una coalición internacional amplia, como
es el caso de las Naciones Unidas; en la práctica el Consejo de Seguridad de la
ONU hace mucho tiempo que dejó de ser una institución relevante. La invasión a
Irak donde el Consejo de Seguridad fue anulado ante la amenaza francesa de
vetar cualquier resolución mayoritaria que favoreciera una intervención militar,
terminó de darle el tiro de gracia a esa institución cuya estructura hizo
sentido en la época de la guerra fría pero que resulta anacrónica ante la
realidad del presente mundo multipolar. Es deseable que en el futuro la
comunidad internacional sea capaz de crear instituciones que sean capaces de
enfrentar con eficacia los conflictos internacionales, pero hoy ese no es el
caso.
Quienes se escudan en el fiasco de la invasión a Irak, erran al
querer equiparar ambas situaciones. Si en Irak el argumento que motivó la
invasión fue la posibilidad de que el régimen de Saddam Hussein utilizara el
supuesto arsenal de armas de destrucción masiva contra otros países; acá no
está en duda que el gobierno de Al-Asssad lo posee, ni tampoco que tenga la
voluntad de usarlo, al haber sido capaz de atacar a su propia población.
Por otra parte, quienes afirman que se trata de un conflicto
interno que deben resolverlo los propios sirios, lo hacen a sabiendas de que no
se trata de una guerra entre dos facciones que tienen la misma legitimidad. No,
se trata de un conflicto entre una dictadura que no duda en utilizar los medios
más brutales a su disposición y las fuerzas de un pueblo que lucha por
liberarse de la opresión a la que ha sido sometido durante tantos años. No cabe
neutralidad ante un conflicto de esta naturaleza, y quienes se oponen a una
intervención militar en Siria, lo hacen sabiendo que eso implica favorecer a la
dictadura de Al-Assad.
Finalmente, quienes ingenuamente argumentan a favor de la paz para
oponerse a resolver el conflicto sirio a través de la vía armada, parecen
desconocer que Siria se encuentra en guerra desde hace bastante tiempo; guerra
que ha causado ya miles de muertes y que lo que corresponde es hacer lo
necesario para esta llegue a su fin. Ellos olvidan que la verdadera paz no
puede ser consecuencia de cerrar los ojos o mirar al costado como si no pasara
nada; la verdadera paz es la que se obtiene como consecuencia del combate por
lo que es correcto y justo, lo que en este caso implica la salida del poder de
Al-Assad, esa es la única paz que puede perdurar.